miércoles, 22 de abril de 2020

Me duele

Hoy me duele el orgullo,
me duelen las memorias,
los besos que no nos dimos,
los abrazos que faltaron
por la anchura del océano.
Compartimos palabras crudas,
dolorosa es la herida del verbo,
catastrófica la decisión prematura.
Fuimos jóvenes
ante una idea de vida nueva.
Indecisión, confusión, terror.
¿Acaso podía siquiera imaginar el futuro?
No escuché al corazón,
me guié por la lógica,
imperó el sentido común,
ese irracional.
¿Qué le digo a mi espejo todas las noches?
¿Qué le digo a mi pasado marchito?
No puedo devolver el tiempo,
no puedo volver a decidir,
no puedo armar una encrucijada igual,
y gritarme desde el futuro,
¡cuidado, te equivocas!
No puedo más,
que dejarte ir.

domingo, 19 de enero de 2020

Barrancos

Que terrible desesperanza,
parece que soy merced del dolor
y que me siento a gusto con el,
cuando la realidad es otra.
Sufro tu distancia, tu ausencia, tu cambio.
Buscas aires de renovación,
aprobación en otros brazos,
y aquí están los míos,
vacíos, relegados al amargor que resigna,
impregnados todavía del fatídico día
en que mis ojos decidieron ponerte la vista.
Quería que solo fuera cuestión de cuerpos,
quería sentir que solo era un problema de materia,
la realidad es que se ha quebrado algo dentro de mi, ¿es acaso lo que me hacía falta para dejarte ir?
no me siento capaz de soltar tu nudo,
a pesar que me desangra.
Poco a poco mi alma se endurece,
lamentaré de aquel que sea el primero en beber mi veneno.
Mientras tanto, tú
has decidido caer en los barrancos de otra,
así que borro tu sombra,
pierdo tu alma
y me quedo con tu cuerpo,
solo con tu cuerpo.

@orianamelchorv
Oriana Melchor

lunes, 22 de octubre de 2018

Cotidianidad

Decido hacerme invisible.
Desaparecer.
Y me escondo.
Salto, mínima, entre la lechuga,
la cebolla, el tomate.
Me deslizo entre los panes,
absorbo un poco del queso,
y cuando me seco,
salto a la bebida.
Me llama el naranja de la fanta,
que se enfría ante los cubos de hielo.
Saboreo el chocolate, el caramelo.
Un día M&M's,
otro oreo,
hasta llegar a los cacahuetes.
Abro los ojos,
no soy invisible,
son 7,20
y le entrego su recibo al cliente.

martes, 18 de septiembre de 2018

Cuatro paradas

Decidida a perderme,
decidida a perder la noción del mundo,
miraba el cristal,
como un escudo,
e imaginaba otro a mi lado,
rogando la distancia del tacto,
del compartir puesto público,
aún sabiendo mi imposible.
Tu hombro rozó el mío,
me miraste a través de tu propio cristal,
y sonreíste. Sincero. Genuino.
Devolví esa sonrisa con mis ojos,
vi tus manos, seguras y fuertes,
sujetando un misterio del siglo XVII,
no sabía cuanto duraría,
el tiempo siempre tan escurridizo,
tan en contra,
y te pregunté por él,
por el tiempo,
y reíste de nuevo,
solo respondiste tu nombre,
quizás, ya sabías
que las uniones efímeras,
no duran más de cuatro paradas.

miércoles, 13 de abril de 2016

Lo que queda

Marcada,
con sello perpetuo
de temores hirientes,
con la imprenta nefasta.
Minimizada,
a estas cuatro paredes,
convertida en polvo,
nunca más revitalizada.
Ni el beso del profeta,
ni el abrazo de la ninfa,
ni el juego con las nereidas, 
el polvo, polvo es.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Efímero

No tengo mucho que decir, parece que cuando se trata de ti, las palabras huyen, salen corriendo como almas en pena. Ellas tienen más miedo que yo de enfrentarse a lo que representas, y es que, tienen la obligación de definirte, de establecerte y hacerte compresible para el mundo, ¡vaya tarea!

Las palabras saben de tu condición efímera, no hay forma de describir a alguien que vive en un viaje constante, donde su cuerpo y sus emociones se desplazan por embarcaciones diferentes. Pensar en la unión de tus elementos es lo más distante e irreal que puedo proponerme. Eres una fracción tan marcada que resulta imposible luchar contra eso.  Mis palabras lo saben, así que no, no abarcan tu todo, prefieren ir a tu paso, por partes. 

Tus ojos que siempre están omnipresentes. Ojos inmaculados e indestructibles, rayos que descifran y que atraviesan cuerpos, no es su color o su forma, es la potencia que ellos impregnan, sí, son un poder desestabilizador, ¡y pobre de mi cuerpo!, que sigue luchando contra eso. Son un poder sacro, su fuerza traspasa los límites de la intimidad, y sin fecha de caducidad, arman un hogar en el cuerpo ajeno, en mi cuerpo. Al parecer,  tus ojos y ese salvaje instinto del deseo son las únicas cosas de ti que no viajan. Resulta tan deprimente y, a la vez, tan palpitante, que de ti solo tenga los ojos y el deseo. Unos ojos que solo son capaces de abrir pero que se rehúsan a mostrar. Unas ventanas que niegan lo que esconden. Unos agujeros cerrados al alma. Y un deseo palpitante que no cesa.  Amo ese deseo, pero es tan quebradizo.   

Eres nómada, siempre te presentaste de esa forma, yo no quise verlo, pensé que podía sujetar esa alma tuya que no conoce lo establecido. Soñé, sí, soñé con eso, y las palabras ya me avisaban que me equivocaba, y poco a poco se han unido a ti, hasta desaparecer contigo en uno de tus viajes interminables y dejarme carente. Sentada en este sillón admito que no tengo mucho que decir, me quedé sin las palabras, y ahora solo tengo mi cobija, mi pañuelo y una garantía lejana de que algún día pueda dejar de quebrarme ante tu recuerdo desdibujado por la página en blanco.  

martes, 6 de octubre de 2015

Arraigo

Este arraigo a la soledad,
un devenir tan extraño y distante
que marca mi existir con el mundo,
culpable de mis fracasos,
de mis no tan acentuados,
de mis sí tan disparejos,
lamento lo que de ti viene,
amo lo que de ti añoro.