martes, 18 de septiembre de 2018

Cuatro paradas

Decidida a perderme,
decidida a perder la noción del mundo,
miraba el cristal,
como un escudo,
e imaginaba otro a mi lado,
rogando la distancia del tacto,
del compartir puesto público,
aún sabiendo mi imposible.
Tu hombro rozó el mío,
me miraste a través de tu propio cristal,
y sonreíste. Sincero. Genuino.
Devolví esa sonrisa con mis ojos,
vi tus manos, seguras y fuertes,
sujetando un misterio del siglo XVII,
no sabía cuanto duraría,
el tiempo siempre tan escurridizo,
tan en contra,
y te pregunté por él,
por el tiempo,
y reíste de nuevo,
solo respondiste tu nombre,
quizás, ya sabías
que las uniones efímeras,
no duran más de cuatro paradas.